Como un cuento...

La charla es divertida. Igual mira sus zapatos, están allá abajo muy lejos y son rojos.
El calor de la noche desbanda a la gente. La apretuja y la suelta, la marea, el calor siempre marea.
Este bar me recuerda algo que... no, no, no sé. No me gusta.
La comida igual está rica. Las chicas están hablando animadas. La vela en la mesa continúa encendida.
De fondo, molestas, las voces de unos rugbiers que quieren seducir a unas flacas contando cómo entrenan para ganar quién sabe qué cosa...
- Nuestro entrenador es pirulito...
- Ay sí, y el gimnasio...
- Sí, se te nota, en la panza...
- Podemos pedir pollo...
- Me gusta el rock...
- Daleeee tenes una cara de punchi punchi...
Bla bla bla bla bla. Una chica con remera de lunares. Ajustada. Minnie, exactamente igual. Un flaco con pantalones rayados y caídos... un yanky en silla de ruedas.
Vuelo al pensamiento de nuevo... (qué lindos zapatos me compré este lugar está lleno de merqueros no soporto más a los rugbiers adoro a las chicas cuando charlan así como encendidas me siento a gusto pero este lugar...).
Igual el puré de zapallo está rico. Y el vino también.
Y va cayendo en la comprensión del sentimiento contradictorio.
Vuelve a mirar sus zapatos y remonta.
¿1996? Ella lo amaba. Era el primero.
Pero los rodeaba la mierda. La falopa de mierda. Ella no pero él sí... él siempre. Y siempre no-lo-hago-más-perdón y siempre siempre sí.
Vuelta al bar. La moza se ríe y pregunta si estaba rico. Los platos están vacíos.
- Tipo que naaa sarasasasasa (no aguanto más a los rugbiers).
Una mina de dorado. Un tipo con un auto caro.
La charla sigue animada y encienden cigarrillos. Suena el celular.
- Quién habla. No, no estoy en casa. Beso.
Se siente muy a gusto cuando la mesa es una isla. Los zapatos brillan. Pero alrededor esta la mierda mierda mierda.
Vuelo de nuevo hacia atrás. ¿1996? ¿1995? Una pichona.
Se peina con bucles. Se pinta los ojos. Calzas negras... (eran calzas??) remera gris.
Belleza pura adolescente para deslumbrar.
"Te veo a las 12 allá", había dicho.
Ilusión. Alegría. Preparativos.
Un recital, y dan las 12. La 1. Las 2. Las 3.
Él aparece pero no está ahí. Lo busca y no lo encuentra en sus ojos, ese rincón entre las órbitas y el brillo, ese color hoy está ido.
Besa su boca y siente el sabor. Stani de miel con limón. Otra vez...
(Nunca va a olvidar el sabor, nunca nunca nunca.)
Sí pero... no. Promesa. Nunca más. Perdón. Estás hermosa.
Ya está. Ya se rompió. Más tarde va a llevarla a casa, y cuando ella se aleje caminando, tan chiquita, tan dulce, tan desilusionada... él va a saber muy adentro que algo se rompió para siempre.
Vuelta a la mesa. La charla sigue. Café para tres.
No sé por qué me acordé de él. Será este lugar de mierda. Qué suerte que estoy con ellas. Puedo trazar un perímetro alrededor de la mesa.
Pagar, levantarse y huir. Los rugbiers miran. Ya no saben qué decir. Se terminó la charla barata, la picada y la cerveza. Cómo harán para llevarse a las "punchi punchi" a otro lado... es ahora o nunca.
La noche se va a empezar a consumir. "Bastará sólo con verte" canta alguien.
Y nos dejamos ir, para cruzar la avenida, hacia el otro lado de la ciudad.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

drogas , seguro son drogas, tienen que ser drogas jajajaja

lau siempre tan acertada con los post. me re cague de risaaaaaaa

sisi tenes cara de punchi punchi jajajaj

BUENISIMOOOOOOOOO

bueno lo termino aca me duelke la mandibula de tanto reirme

jajaj

BESOTOOOOTEEEEEEEE

Aleeeeeti dijo...

Puré de zapallo, un falco con pantalones rayados caídos, charla con rugbiers ( ¡ y del entrenamiento!!)...
No me explico cómo todo eso pudo disparar un relato así. Felicitaciones!!!
Saludos

Diseño y Planificación Comunicacional dijo...

Con Los Cafres de fondo se deleita este texto...